"Vejestorios haciéndose pasar por jovenes."
Fiona es una joven, huérfana de madre, que tiene «problemas» con la comida, no solo porque ella es la encargada de llevarla a casa y abastecer a su padre enfermo, sino porque la sección de precocinados ha sido su único salvavidas ante su prematura responsabilidad. Fiona tiene imaginación, pero también es realista, por eso la devora el temor a que los Servicios Sociales descubran la incapacidad de su padre y los separen. La comida basura es su manera de olvidar. No sabe cocinar porque tampoco sabe comer.
Pero Fiona sí sabe amar. O por lo menos lo intenta: ahí está Alberto, el chico del que lleva toda la vida enamorada, que acaba de volver a la ciudad. La pena es que ha empezado a salir con Lylla, la íntima «mejor enemiga» de Fiona.
Toda su vida parece truncada hasta que su tutora del colegio, la señorita Aurora, se empeña en invitarla a comer y le presenta a su tía Mirna, una cocinera a la antigua usanza, bastante chiflada, que le enseña que el principal ingrediente para cocinar postres exquisitos no es el azúcar, sino el amor. Y de eso..., de eso Fiona tiene grandes reservas.
Junto con Fuet, una perrita abandonada, y sus amigos Max y Carmen, Fiona descubrirá nuevas emociones mientras emprende una aventura entre cacerolas que cambiará su vida.
Fiona es una joven, huérfana de madre, que tiene «problemas» con la comida, no solo porque ella es la encargada de llevarla a casa y abastecer a su padre enfermo, sino porque la sección de precocinados ha sido su único salvavidas ante su prematura responsabilidad. Fiona tiene imaginación, pero también es realista, por eso la devora el temor a que los Servicios Sociales descubran la incapacidad de su padre y los separen. La comida basura es su manera de olvidar. No sabe cocinar porque tampoco sabe comer.
Pero Fiona sí sabe amar. O por lo menos lo intenta: ahí está Alberto, el chico del que lleva toda la vida enamorada, que acaba de volver a la ciudad. La pena es que ha empezado a salir con Lylla, la íntima «mejor enemiga» de Fiona.
Toda su vida parece truncada hasta que su tutora del colegio, la señorita Aurora, se empeña en invitarla a comer y le presenta a su tía Mirna, una cocinera a la antigua usanza, bastante chiflada, que le enseña que el principal ingrediente para cocinar postres exquisitos no es el azúcar, sino el amor. Y de eso..., de eso Fiona tiene grandes reservas.
Junto con Fuet, una perrita abandonada, y sus amigos Max y Carmen, Fiona descubrirá nuevas emociones mientras emprende una aventura entre cacerolas que cambiará su vida.
La historia esta bien, es lógica y tiene un mensaje muy útil y cierto, pero las interrupciones contantes y la idiotez que presenta la protagonista hacen que deteste este libro.
La autora intenta representar una forma de hablar más juvenil, pero más que juvenil parece estúpida. Ninguna persona, por muy joven que sea o muy friki o muy lo que quieras habla nunca así. Alguna puedes encontrar, pero no tres en la misma ciudad, el mismo colegio y que encima sean amigos.
La trama se mantiene bastante lineal, pasan muchas cosas pero el personaje las encara todas igual escondiéndose. Le falta mucha emoción.
Así como otros libros de esta autora me han encantado este me ha decepcionado mucho.
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