"No era que a Ove le disgustara aquel gato en particular. Es que no le gustaban los gatos en general. Siempre había sido de la opinión de que resultaba imposible confiar en ellos. Sobre todo cuando, como en el caso de Ernest, eran tan grandes como una moto. De hecho, a veces le costaba decir si se trataba de un gato más grande de la cuanta o de un león más pequeño de lo normal. Y uno no debía trabar amistad con nadie si no se estaba totalmente seguro de que no se lo comería mientras dormía, esa era la filosofía de Ove."
en Un hombre llamado Ove by Fredrik Backman
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