"Las piedras se convirtieron en vapor al entrar en contacto con él. La tierra se agitó, tembló como un ser vivo atenazado por el dolor. La reluciente estela sólo existió durante un segundo, uniendo cielo y tierra, pero una vez transcurrido éste el suelo se estremeció como un mar azotado por la tormenta. La roca fundida surcaba el aire, alcanzando una altura de quinientos pies, y el rugiente terreno se levantaba, elevando el abrasador surtidor cada vez más arriba. De norte a sur, de este a oeste, el viento aullaba, arrancaba árboles como si fueran meras ramitas, como si su atronador soplido acudiera para impulsar a la creciente montaña en dirección al cielo, una altura más y más imponderable."
Ginger, en El Ojo del Mundo by Robert Jordan
No hay comentarios:
Publicar un comentario